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Opinion / Varia

Homenaje a Bárbaro Teuntor García

Hommage à Bárbaro Teuntor García
Mélanie Roche

Texto completo

Hommage à Bárbaro Teuntor García

Homenaje a Bárbaro Teuntor García

Larmes, tendresse, tempête

Lágrimas, ternura, tormenta

Pas de mot, juste un vide

No hay palabras, sólo un vacío

Ou un trop-plein qui s’arrête

O un desbordamiento que se detiene

Pour laisser place aux pleurs

Para dejar lugar al llanto

Quand on n’a pas assez aimé

Cuando uno no ha amado lo suficiente

Le coup est rude, le goût, amer,

El golpe es duro, el sabor, amargo,

Mais le cœur palpite encore

Pero el corazón aún palpita

Tandis que l’estomac proteste

Mientras que el estómago protesta

Dans mon ventre

En mi vientre

Les papillons virevoltent

Las mariposas revolotean

Les oiseaux gazouillent

Trinan los pájaros

Les chats miaulent

Los gatos maúllan

Tu laisses derrière toi

Detrás de ti dejas

Une multitude de souvenirs

Una infinidad de recuerdos

Pensées, rires, photos

Pensamientos, risas, fotos

Musiques, textes, chansons

Música, textos, canciones

Une foule d’amis

Una multitud de amigos

Une famille qui t’aime

Una familia que te ama

Pour ta force, ta joie, ton sourire

Por tu fuerza, tu alegría, tu sonrisa

Ton talent, ton humour, ta rage

Tu talento, tu humor, tu pasión

Ton combat pour la liberté

Tu combate por la libertad

A été entendu et continuera

Ha sido escuchado y seguirá

Ta trompette magique et enivrante

Tu trompeta mágica y embriagadora

A semé des graines qui ont germé

Ha sembrado semillas que han germinado

Toi, le Cubain exilé qu’on aimait,

Tú, el cubano exilado que amamos,

Protège-nous de là-haut

Protégenos desde arriba

Car tu restes avec nous, mango,

Porque te quedas con nosotros, mango,

On ne t’oubliera pas de si tôt

No te olvidaremos tan rápido

 

Et puis je te le répète encore

Y te lo repito una y otra vez

Tu vas me manquer Bárbaro

Te voy a extrañar Bárbaro

 

Rennes, le deux février 2015
Mélanie Roche

Rennes, dos de febrero de 2015
Mélanie Roche

(Traducción : Mélanie Roche & Sonia Altuna Delgado)

  • 1 Entrada de texto en español y traducción al francés : Mélanie Roche (melanieroche.fr). Rennes, Fran (...)

1Bárbaro Teuntor García


Después del medio día
1


Cuando desperté

Fui un niño criado bajo un sistema que llaman comunismo o revolución, un sistema que lleva doctrinas y que podría costarte la vida. Mi ingenuidad de niño no me dejaba ver. Sólo escuchar, callar, sin ningún derecho a repetir lo que se decía en casa. Sólo se hablaba de revolución.

  • 2 Campo de reeducación por el trabajo (1965-1968).

Mi padre trabajó 20 años como militar en el ejército de las fuerzas armadas de Fulgencio Batista, el gran hijo de puta que hizo tantos daños a Cuba. Callé esto por mucho tiempo ; no se podía decir que papá era especialista en armamentos de combate y militar de carrera. Siempre que se habló de esto se habló bajito. Mamá miraba las paredes como si tuvieran orejas. Supongo que era porque tenía miedo de revelar la identidad de mi padre en un sistema en el que por amar a Dios, por ser testigo de Jehová, homosexual, hippie o ex miembro del ejército, terminabas en la prisión de la UMAP, la Unidad Militar de Ayuda a la Producción2. O del Príncipe, una prisión bajo el agua a la entrada del puerto de la bahía de la Habana, muy húmeda, donde morían de enfermedades pulmonares como tuberculosis. Se le caían los dientes, pero seguimos.

  • 3 Ley que prohíbe, por un periodo más o menos largo, la venta y el consumo de alcohol.

Esta información es fiable porque mi vecino, el chino Bon, como jefe de ese lugar horroroso que es la UMAP, se llenaba la boca de contar lo que hacían allí con los presos. El chino Bon era un gran comunista y un gran chivatón como existen en todas las cuadras de mi país. Me preocupaba ya que mi madre no trabajaba y tenía un negocio ilegal : fabricaba zapatos y ron casero en la ley seca3 de 1970. La botella costaba 120 pesos cubanos, el equivalente a seis dólares. Además mi padre, siendo mecánico de carros, robaba en el ejército para comer, contaba mamá. Los sacos de arroz, las latas de aceite, la carne y con eso te denunciaban. La situación era difícil. Dentro de este ambiente, yo, como niño criado bajo la revolución, a veces era antirrevolucionario por hacer estas cosas en casa.

En la escuela cada día estudiábamos los principios del marxismo, del leninismo y del estalinismo. Creía en esto, a pesar de no entender que tenían que hacer estos líderes europeos con nuestra cultura cubana. Mi padre siempre me decía que no creía en Fidel Castro. Papá y mamá trataban de darnos lo mejor para que no nos diéramos cuenta en qué sistema vivíamos. Pasaron años y en mi barrio desaparecían vecinos con ideas contrarias al régimen, condenados a 40 o 50 años si no terminaban en el paredón de fusilamiento.

Producto de la necesidad : la agresividad de la gente crecía poco a poco, al extremo de ver matar a un hombre ante mis propios ojos. Lo vi agonizando en un mar de sangre. Recuerdo esto bien. Pasó un 27 de julio de 1978 o 1979, día del cumpleaños de mi sobrino Carlos Miguel. Después regresamos a la fiesta de cumpleaños y todo se olvidó, pero aquella imagen quedó grabada para siempre en mi memoria. No entendía por qué tanta agresividad. Pasaban los días y cada día era una lucha para sobrevivir… sobre todo para las madres, de dar desayuno, almuerzo y comida. Era como ganar una medalla en los Juegos Olímpicos.

Al principio los rusos nos dieron de todo por cantidad y era justo compartir con países como Nicaragua, Venezuela, Angola, Etiopía, el Congo Brazzaville, donde el primer cubano que llegó de origen argentino era el Che. Todo aquello me parecía bien dentro de mi educación comunista. Morir si era necesario para defender una causa justa. Éramos tan jóvenes que no veíamos más allá de nuestras fronteras. Sólo lo que pasaba en la televisión o lo que le convenía al sistema en los órganos oficiales, con también un estricto control de la radio y del periódico. Eran convincentes los discursos de Fidel porque de todas formas no había otra cosa que escuchar. Él no escuchaba a nadie. Creo que ni a su propia madre Lina Ruz.

El segundo choque fue cuando me presenté para un examen en la escuela de música Manuel Saumell. Me rechazaron por ser negro y pobre a pesar de mis condiciones musicales a las que hoy doy gracias a Dios por tenerlas. No pude entrar en la escuela. Dijeron a mis padres que no tenía la madurez para ser músico. Después mi papá con mi mamá pagaron un profesor particular para darme clases de música y para sacarme de esa angustia, pero aquello me disgustó. No entendía por qué no podía entrar. Hoy la respuesta me parece fácil, después de casi 30 años. Eran problemas raciales.

Estudié mucho, casi diez horas por día. Quería recompensar ese dolor de niño de saber lo que quiere ante las dificultades de un país como Cuba frente a un bloqueo americano y a las mentiras de un régimen comunista. Mi sueño era ser un artista, que siempre estamos fuera del mundo pero el mundo está con nosotros. El esfuerzo de mis viejos : pagarlo con el trabajo, porque 30 pesos por mes era una fortuna. Era el equivalente a un dólar y 20 centavos. Atravesaba la vida con muchas cosas que no entendía pero para mí la revolución era lo máximo.

Escuchaba hablar de la UJC, la Unión de Jóvenes Comunistas, y del PCC, el Partido Comunista de Cuba. Las informaciones que teníamos eran convenientes para el régimen y esto me parecía extraño. Para un pionero como llaman en la primaria era extraño. La tele y los diarios inundaban nuestra vida cotidiana, con consignas revolucionarias como Patria o muerte, venceremos. Solamente hablar de la muerte me aterraba. Y entre los que creían y los que no creían… Todo esto me daba vuelta en la cabeza como un torbellino pero la respuesta era revolución ante todo.

Continué mis estudios y mis padres luchaban como podían. Éramos cinco hermanos que mantener y nunca faltó un plato de comida en la mesa aunque fuera un poquito. No conocía el precio de aquella comida hecha con tanto amor y buscada con tanto sacrificio. Todo era color de rosa para un joven como yo, cuyos principios eran firmes. En la escuela entre amigos, se hablaba de la yuma, de la gente de Estados Unidos, y de metas juveniles que para nosotros no nos parecían inalcanzables. Creo que formaba parte de la ilusión de un niño cubano.

2El gran sueño

Había de todo puesto que los rusos apoyaban el sistema y nos compraban el azúcar a un precio más caro que el que se vendía en el mercado internacional. Nos regalaron centrales azucareros y bodegas donde adquiríamos la comida mediante la libreta de abastecimientos. Todo era muy controlado, desde lo más mínimo hasta lo más grande.

En 1980 cuando entró la comunidad cubana de Miami cambiaron muchas cosas. Ya tenía amigos que no se vestían como yo puesto que sus familiares habían llegado de los Estados Unidos y traían maletas y maletas para ellos. Otros no tenían familia allá y tenían otro poder de adquisición. Surgieron las primeras diferencias sociales y económicas. Esto me parecía injusto ; veía a mis padres luchando para sobrevivir. Eran mi espejo. Así pasó la vida y cada vez era más difícil. El Estado devaluó a mi padre como artista, aunque para mí éste brillaba en la escena. Nunca estuvo de acuerdo con aquella farsa revolución en la cual, después de la toma del poder por Fidel Castro en 1959, no quedó clara la cuestión del racismo. ¿Por qué ? No sé.


  • 4 Saisie de texte en espagnol et traduction en français : Mélanie Roche (melanieroche.fr). Rennes, 20 (...)

3Bárbaro Teuntor García


Après midi
4


Quand je me suis réveillé

J’ai grandi au sein d’un système politique que l'on appelle communisme ou révolution, système qui repose sur des doctrines et qui pourrait bien te coûter la vie. Mon innocence d’enfant m’empêchait d’y voir clair. Je pouvais seulement écouter, me taire, et surtout ne pas répéter ce qui se disait à la maison. On parlait seulement de révolution.

  • 5 Camps de rééducation par le travail (1965-1968).

Mon père a travaillé pendant 20 ans en tant que réserviste dans les forces armées de Fulgencio Batista, ce gros fils de pute qui a causé tant de mal à Cuba. J’ai longtemps gardé le secret ; il était impossible de révéler que Papa était spécialiste en armes de combat et militaire de carrière. On ne pouvait en parler que tout bas. Maman regardait les murs comme s’ils avaient eu des oreilles. Je suppose qu’il en allait ainsi parce qu’elle avait peur de dévoiler l’identité de mon père dans un régime dans lequel, si tu aimais Dieu, si tu étais témoin de Jéhovah, homosexuel, hippie ou encore ancien membre de l’armée, tu terminais dans la prison de l’UMAP, l’Unité Militaire d’Aide à la Production5. Ou dans celle du Príncipe, une prison très humide située sous le niveau de l'eau, à l’entrée du port dans la baie de la Havane, où l'on mourait de maladies pulmonaires telles que la tuberculose. On y perdait même ses dents, mais continuons.

  • 6 Loi interdisant, sur une période plus ou moins longue, la vente et la consommation d’alcool.

Ces informations sont fiables car mon voisin, Bon le frisé, en tant que chef de cet horrible lieu qu’est l’UMAP, se gargarisait d’histoires sur ce qu’ils y faisaient subir aux prisonniers. Bon le frisé était un grand communiste mais aussi un grand mouchard, comme il en existe des centaines à tous les coins de rue de mon pays. Cela me préoccupait puisque ma mère ne travaillait pas et tenait un commerce illégal : elle fabriquait des chaussures et du rhum "maison" durant la loi sèche6 de 1970. La bouteille coûtait 120 pesos cubains, soit six dollars. En plus, Maman me racontait que mon père, étant mécanicien automobile, volait dans l’armée pour manger. Quelques sacs de riz, des bidons d’huile, de la viande suffisaient pour être dénoncé. La situation était difficile. Dans cette ambiance, moi, enfant élevé sous la révolution, j’étais parfois anti-révolutionnaire à cause de tout ce qui se passait à la maison.

À l’école, nous étudions chaque jour les principes du marxisme, du léninisme et du stalinisme. Je croyais en ces doctrines mais je ne comprenais pas ce que ces leaders européens avaient à voir avec notre culture cubaine. Mon père me disait toujours qu’il ne croyait pas en Fidel Castro. Papa et Maman essayaient de nous donner le maximum afin que nous ne nous rendions pas compte du système dans lequel nous vivions. Des années passèrent et dans mon quartier, des voisins aux idées contraires au régime disparaissaient, condamnés à 40 ou 50 ans de prison s’ils ne terminaient pas au mur des fusillés.

Conséquence logique de la nécessité : l’agressivité des gens grandissait petit à petit, au point de voir un jour un homme se faire tuer devant mes propres yeux. Je l’ai vu agoniser dans une mare de sang. Je me le rappelle bien. Cela s’est passé un 27 juillet en 1978 ou 1979, le jour de l’anniversaire de mon neveu Carlos Miguel. Après, nous sommes retournés à la fête d’anniversaire et tout a été oublié, mais cette image-là est restée gravée pour toujours dans ma mémoire. Je ne comprenais pas le pourquoi de tant d’agressivité. Les jours passaient et chaque jour était une lutte pour survivre… surtout pour les mères, chargées de servir les repas de la journée. C’était comme gagner une médaille aux Jeux Olympiques.

Au début, les Russes nous ont donné de tout, en quantité, et il était juste de partager avec des pays comme le Nicaragua, le Venezuela, l’Angola, l’Éthiopie, le Congo Brazzaville, où le premier arrivant cubain d’origine argentine a été le Che. Tout cela me semblait bien dans le cadre de mon éducation communiste. On devait mourir si nécessaire pour défendre une cause juste. Nous étions si jeunes que nous ne voyions pas au-delà de nos propres frontières. Nous n'avions droit qu'à ce qui passait à la télévision ou à ce qui convenait au système dans les organes officiels, ainsi qu'à un strict contrôle de la radio et du journal. Les discours de Fidel étaient convaincants parce que, de toute façon, il n’y en avait pas d’autres à écouter. Lui, il n’écoutait personne, pas même, je crois, sa propre mère Lina Ruz.

Le second choc s'est produit quand je me suis présenté à un examen organisé par l’école de musique Manuel Saumell. On m’a refusé car j’étais noir et pauvre, en dépit de mes capacités musicales – et je remercie Dieu aujourd’hui de me les avoir accordées. Je n’ai pas pu entrer dans cette école. On a dit à mes parents que je n’avais pas la maturité nécessaire pour devenir musicien. Papa et Maman ont ensuite payé un professeur particulier pour qu’il me donne des cours de musique et qu’il calme ces angoisses, mais cet événement m’avait énormément contrarié. Je ne comprenais pas pourquoi je ne pouvais pas entrer dans cette école. Aujourd’hui, presque 30 ans plus tard, la réponse me semble évidente. C'était un problème de racisme.

J’ai beaucoup étudié, à raison de quelques dix heures par jour. Je voulais compenser cette douleur d'un enfant qui sait ce qu’il veut mais se trouve confronté aux difficultés d’un pays comme Cuba, entre blocus américain et mensonges issus d’un régime communiste. Je rêvais de devenir un artiste, car l'artiste est toujours en-dehors du monde mais le monde est avec lui. Mes vieux se sont dévoués corps et âme : en payant ces cours grâce à leur travail, parce que 30 pesos par mois – l'équivalent d'un dollar 20 – représentait une fortune. Je traversais la vie sans bien tout comprendre mais pour moi, la révolution était le summum.

J’entendais parler de l’UJC, l’Union des Jeunes Communistes, et du PCC, le Parti Communiste de Cuba. Les informations que l'on nous donnait allaient dans le sens du régime et cela me semblait étrange. Pour un pionnier comme moi, comme on nous appelle, nous, les enfants de l’école primaire, c’était étrange. La télé et les journaux devenaient omniprésents dans notre vie quotidienne, avec des consignes révolutionnaires telles que La Patrie ou la mort, nous vaincrons. L'idée même de la mort me terrifiait. Sans parler des différences entre ceux qui croyaient et ceux qui ne croyaient pas… Tout cela tournait dans ma tête comme un tourbillon mais la réponse était la révolution avant toute chose.

J’ai continué mes études tandis que mes parents luttaient du mieux qu’ils le pouvaient. Nous étions cinq frères et sœurs à entretenir mais la nourriture n’a jamais manqué à table, même quand elle était peu abondante. Je n’avais aucune idée du prix de ces aliments cuisinés avec tant d’amour et qu'on s'efforçait de trouver au prix de tant de sacrifices. Tout semblait rose pour un jeune comme moi dont les principes étaient fermes. À l’école, entre amis, on parlait de la yuma, des gens des États-Unis, et nous échafaudions des projets juvéniles qui ne nous semblaient pas inaccessibles. Je crois que ces illusions étaient le propre de tout enfant cubain.

4Le grand rêve

On pouvait acheter n’importe quoi à l’époque étant donné que les Russes soutenaient le système et nous achetaient du sucre à un prix plus élevé que celui qui se vendait sur le marché mondial. Ces derniers nous avaient offert des raffineries de sucre et des bodegas dans lesquelles nous nous ravitaillions en nourriture avec un carnet d’approvisionnement. Tout était très contrôlé, de la chose la plus infime à la plus grande.

En 1980, quand la communauté cubaine de Miami a débarqué, on a assisté à beaucoup de changements. Je connaissais déjà quelques amis qui ne s’habillaient plus comme moi étant donné que leurs proches étaient arrivés des États-Unis et qu’ils leur amenaient des kyrielles de valises. D’autres n’avaient pas de famille là-bas et ne disposaient pas du même pouvoir d'achat. Les premières différences sociales et économiques ont surgi. Cela me semblait injuste ; je voyais mes parents lutter pour survivre. Ils étaient mon modèle. Ainsi ont passé les années et tout devenait chaque fois plus difficile. L’État a discrédité mon père en tant qu’artiste. Pour moi, pourtant, celui-ci brillait sur scène. Il n’a jamais été d’accord avec cette farce révolutionnaire au sein de laquelle, après l’arrivée au pouvoir de Fidel Castro en 1959, la question du racisme n'a pas été tirée au clair. Pourquoi ? Je ne sais pas.

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Notas

1 Entrada de texto en español y traducción al francés : Mélanie Roche (melanieroche.fr). Rennes, Francia, 2013-2015.

2 Campo de reeducación por el trabajo (1965-1968).

3 Ley que prohíbe, por un periodo más o menos largo, la venta y el consumo de alcohol.

4 Saisie de texte en espagnol et traduction en français : Mélanie Roche (melanieroche.fr). Rennes, 2013-2015.

5 Camps de rééducation par le travail (1965-1968).

6 Loi interdisant, sur une période plus ou moins longue, la vente et la consommation d’alcool.

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Para citar este artículo

Referencia electrónica

Mélanie Roche, «Homenaje a Bárbaro Teuntor García»Amerika [En línea], 12 | 2015, Publicado el 01 julio 2015, consultado el 18 abril 2024. URL: http://journals.openedition.org/amerika/5936; DOI: https://doi.org/10.4000/amerika.5936

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Autor

Mélanie Roche

Université Rennes 2

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Derechos de autor

CC-BY-SA-4.0

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